COMBINACION PAMPEANA - Visitando Ciudad Gral. Belgrano, Pcia. de Bs. As. (OCT/2009)


Desde hacia tiempo veníamos queriendo conocer la Ciudad de Gral. Belgrano y este año cobro más fuerza al comentárselo a Riqui y a Mariana, quedando para el fin de semana largo de octubre.
Mientras Cecilia se ocuparía de buscar hospedaje, Mariana se tomo la tarea de conseguir transporte y de armar el grupo, que se conformó con Lucia, y los invitados por Mariana, el Dr. Lisandro Coliqueo, Ruben (Bicicleteria El Trébol) y su esposa Liliana de la ciudad de Los Toldos y Violeta Coliqueo, hermana del Dr. de la ciudad de Cnel. Suarez, más Riqui y Ceci, Mariana y nosotros.
Cuando ya estaba todo listo, apareció el pronóstico de tormenta y lluvias fuertes para el sábado por la noche, que en un momento hizo peligrar la salida, pero decidimos arriesgarnos.

Sábado 10, nos encontramos con Riqui en el Obelisco y cargamos las bicis de Mariana, Lucia, Graciela y la mía, la de él y la de Cecilia ya se encontraban adentro. Nosotros viajaríamos en un micro de línea, que nos dejo en la ruta, a tres cuadras del Hotel Oasis. Cuando llegamos los invitados ya habían llegado, después de registrarnos y tomar unos amargos para integrarnos, pasado el medio día nos fuimos para una parrilla, al enterarse Riqui todavía en la ruta, aceleró y decidió juntarse con nosotros.
Por la tarde estaba programado conocer el Bosque Encantado, casco de la estancia Poronguitos de Claudio Stegman, de la época de Rosas.
Salimos por la misma calle del hotel, hasta la calle principal del pueblo y luego doblando a la izquierda fuimos dejando atrás el caserío por un camino de tierra apisonado con residuos y cementado que es la ruta a Pila, localidad cercana, aproximadamente a los 10km doblamos a la derecha y 2km después nos juntamos en la entrada al histórico casco, hoy lugar turístico y Museo, que es propiedad del Municipio de Gral. Belgrano y en él se encuentra un muy coqueto museo con elementos y anécdotas de época y acceso al Bosque lleno de senderos.
Luego de abonar, nos mandamos a la búsqueda del famoso Gingko Biloba, árbol en extinción, fuimos por una senda, volvimos por otra, encontramos un tremendo palomar abandonado y cuando ya estábamos saliendo apareció el famoso Fósil Viviente y luego de las fotos de rigor volvimos al museo donde también sacamos muchas fotos, para más tarde tomar unos amargos en su jardín.
Comenzó a caer la tarde y un viento fuerte y húmedo trajo mal augurio y decidimos regresar.
Como la ruta de tierra no estaba entoscada, decidimos tomar la peligrosa RN 41, angosta y sin banquina, pero firme.
Pedaleamos agradeciendo el poco transito.
Rápidamente Lisandro y Mariana se fueron escapando y los perdimos de vista, el resto en fila compacta íbamos a unos 25-28km con Ceci haciendo frente (¿?) a un viento cruzado y en el auto que nos hacía de apoyo, cerrando con Violeta y Liliana.
Petrobras: 4km mostraba el cartel y la noche cayo a lleno, en el cielo aparecieron los primeros relámpagos y cada vez más cerca los truenos. Ceci me gritaba si conocía el camino y le conteste que pare en la estación.
Apenas llegamos se largo y con todo, rápidamente todo se empezó a llenar de agua, cada vez peor.
Aprovechando que Riqui se había quedado en el Hotel, le comente mi idea a Ceci, y ella inmediatamente llamó a su novio.
Para cuando éste llego llovía torrencialmente, a reparo bajo el techo de la estación, subimos las bicis y a Ruben que iba sosteniéndolas, yo de acompañante y las cinco mujeres apretadas en el auto, salimos por una calle asfaltada, por tramos inundada de cordón a cordón, cuando llegamos al centro, Riqui tomo una calle de tierra entoscada que a las pocas cuadras se convirtió en un lodazal, así, derrapando de lado a lado hasta llegar, las chicas más prudentes, siguieron por asfalto hasta la ruta, llegando mucho mejor.
En el hotel nos encontramos con Lisandro y Mariana, que nos habían sacado tanta ventaja, que llegaron antes que se largara.
Después de bañarnos nos fuimos juntando, la lluvia continuaba fuerte, Riqui había organizado para cenar en “El Almacén”, un restaurante en el centro. Todos, menos Gra que luego de bañarse se durmió y no quiso saber nada, nos apretujamos en los vehículos y salimos por las calles abnegadas.
El lugar valió la pena, un viejo edificio muy bien reciclado y repleto de propagandas, envases y maquinarias de época, del rubro de la alimentación, decoraban el lugar. Para nosotros una mesa reservada en la cava del local (una representación de lo que era una cava, con tonel, encorchadora y botellas viejas y mucha, mucha tela de araña), un reducto muy acogedor, en el sótano, con dos mesas largas de las cuales una era nuestra reserva y en la otra se encontraban un grupo de parroquianos, quejándose por la tardanza de su pedido de parrilla.
Teniendo en cuenta esta queja, optamos por comida de cocina y mucho vino, así comenzaron a correr las botellas del Nieto Senetiner y con ellos la alegría. Para cuando salimos la lluvia había parado, pero las calles seguían igual, haciendo peligrar nuestra pedaleada a Ranchos.

Domingo 11, amaneció despejado con un sol radiante, Gra y Mariana se habían juntado temprano, decidiendo llegar hasta la terminal de micros para comprar el diario y comprobaron que las calles de tierra se encontraban intransitables.
A media mañana, ya todos juntos decidimos arriesgarnos de llegar hasta Villanueva distante 17km, por un camino mitad tierra y mitad asfalto y si fuera necesario con salida a la ruta RN29.
Salimos todos, menos Liliana.
La tierra se encontraba blanda y con barro en varios sectores pero transitable, a medida que nos internabamos se fue poniendo cada vez mas feo y decidimos cambiar, pedaleando por el centro de la vía del tren abandonado, así fuimos avanzando lentamente, parando cada tanto para traspasar los cruces de guarda ganado, donde nos amontonábamos, llegando a hacer solo 7km, cuando al costado descubrimos asfalto, la mitad decidió continuar por la vía, sin saber que faltaban los puentes sobre los lechos del Río Salado, debiendo hacer unos 200 metros a pié pisando sobre los durmientes, con el temor a un accidente ya que algunos faltaban, por fin llegaron al parador con el nombre del Río, volvimos a juntarnos.
Aquí decidimos no arriesgarnos y continuar por la ruta, que si bien es más larga, es más rápida. Se repararon varias pinchaduras, por circular sobre la vía llena de plantas pinchudas y continuamos.
No solo era más rápida, sino rapidísima, gracias a un viento de cola, que nos ayudo a mantener una velocidad constante de más de 30km/h y sin mucho esfuerzo, en los más de 18km restantes.
Así y todo llegamos a Ranchos demasiado tarde para buscar lugar para comer, debiendo parar en una YPF, para luego si conocer la famosa ciudad.
Pedaleamos directo al Fuerte (más bien copia), y luego al centro y a la Iglesia. Eran cerca de las seis de la tarde cuando decidimos volver, Lisandro, Violeta, Mariana y Lucia prefirieron el pedaleo, y arriesgarse a que los encuentre la noche y al viento en contra, los demás nos quedamos para hacer la compra del asado y volver en camioneta.
El hijo de Ruben con su novia, se habían llegado hasta Gral. Belgrano, para estar con Liliana y aprovechamos la oportunidad, la novia manejaría el auto de ellos y el hijo la camioneta hasta Ranchos, donde luego continuarían su camino a La Plata.
Ruben con su bici y Riqui, se fueron para Gral. Belgrano, mientras Ceci, Gra y Yo, esperábamos en la confitería de la YPF.
En el camino alcanzaron a los demás que estaban contentos, haciendo una parada, luego de circular a 20-25km/h, gracias a Lisandro que tiraba como un toro contra el fuerte viento de frente, nos enteramos después.
Llegaron al Hotel y volvieron cada uno con su vehículo, volvieron a cruzarse con los chicos que continuaban firme, en medio de la oscuridad.
Cuando llegamos nosotros al Hotel, ya todos se encontraban en sus habitaciones, yo me fui a bañar mientras Riqui y Gra preparaban el fuego para el asado.
Cuando salí, los chori ya estaban listos, Lisandro había traído chorizo de campo y comenzamos a picotear. Cuando se acercaron todos, nos fuimos a sentar y saboreamos un rico asado.

Lunes 12, la combinación pampeana ya se iba, y para despedirnos nos fuimos juntando en la nueva ribera del Río Salado, para tomar unos amargos, entre mate y mate contamos algunas anécdotas, hasta que les llego la hora de irse.
Una vez solos los capitalinos, dimos una recorrida por la zona, que nos llevo hasta el centro, donde debíamos verificar el lugar de salida del minibús y aprovechamos para sacarnos unas fotos en la vieja estación del tren y encontrar un lugar para almorzar.
Volvimos al Hotel para pagar y juntar nuestros bultos y nos fuimos a esperar la salida del transporte.
El finde largo había terminado, por fin conocí esta ciudad y me llevo el gusto de haberlo compartido con unas buenas personas y esperando volver a encontrarnos en el camino.
TOTAL DEL RECORRIDO: 94.600 KM.

Por: Gra y Hugo
grayhugodeviaje@gmail.com

FIN

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